Y RESPONDIO Job, y dijo: Muchas veces he oído cosas como estas: Consoladores molestos sois todos vosotros. ¿Tendrán fin las palabras ventosas? O ¿qué te animará á responder? También yo hablaría como vosotros. Ojalá vuestra alma estuviera en lugar de la mía, Que yo os tendría compañía en las palabras, Y sobre vosotros movería mi cabeza. Mas yo os alentaría con mis palabras, Y la consolación de mis labios apaciguaría el dolor vuestro. Si hablo, mi dolor no cesa; Y si dejo de hablar, no se aparta de mí. Empero ahora me ha fatigado: Has tú asolado toda mi compañía. Tú me has arrugado; testigo es mi flacura, Que se levanta contra mí para testificar en mi rostro. Su furor me destrizó, y me ha sido contrario: Crujió sus dientes contra mí; Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo. Abrieron contra mí su boca; Hirieron mis mejillas con afrenta; Contra mí se juntaron todos. Hame entregado Dios al mentiroso, Y en las manos de los impíos me hizo estremecer. Próspero estaba, y desmenuzóme: Y arrebatóme por la cerviz, y despedazóme, Y púsome por blanco suyo. Cercáronme sus flecheros, Partió mis riñones, y no perdonó: Mi hiel derramó por tierra. Quebrantóme de quebranto sobre quebranto; Corrió contra mí como un gigante. Yo cosí saco sobre mi piel, Y cargué mi cabeza de polvo. Mi rostro está enlodado con lloro, Y mis párpados entenebrecidos: A pesar de no haber iniquidad en mis manos, Y de haber sido mi oración pura. ¡Oh tierra! no cubras mi sangre, Y no haya lugar á mi clamor. Mas he aquí que en los cielos está mi testigo, Y mi testimonio en las alturas. Disputadores son mis amigos: Mas á Dios destilarán mis ojos. ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios, Como con su prójimo! Mas los años contados vendrán, Y yo iré el camino por donde no volveré. |