MI ALIENTO está corrompido, acórtanse mis días, Y me está aparejado el sepulcro. No hay conmigo sino escarnecedores, En cuya acrimonia se detienen mis ojos. Pon ahora, dame fianza para litigar contigo: ¿Quién tocará ahora mi mano? Porque á éstos has tú escondido su corazón de inteligencia: Por tanto, no los ensalzarás. El que denuncia lisonjas á sus prójimos, Los ojos de sus hijos desfallezcan. El me ha puesto por parábola de pueblos, Y delante de ellos he sido como tamboril. Y mis ojos se oscurecieron de desabrimiento, Y mis pensamientos todos son como sombra. Los rectos se maravillarán de esto, Y el inocente se levantará contra el hipócrita. No obstante, proseguirá el justo su camino, Y el limpio de manos aumentará la fuerza. Mas volved todos vosotros, y venid ahora, Que no hallaré entre vosotros sabio. Pasáronse mis días, fueron arrancados mis pensamientos, Los designios de mi corazón. Pusieron la noche por día, Y la luz se acorta delante de las tinieblas. Si yo espero, el sepulcro es mi casa: Haré mi cama en las tinieblas. A la huesa tengo dicho: Mi padre eres tú; A los gusanos: Mi madre y mi hermana. ¿Dónde pues estará ahora mi esperanza? Y mi esperanza ¿quién la verá? A los rincones de la huesa descenderán, Y juntamente descansarán en el polvo. |