PALABRAS del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre. ¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos? No des á las mujeres tu fuerza, Ni tus caminos á lo que es para destruir los reyes. No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, Ni de los príncipes la cerveza. No sea que bebiendo olviden la ley, Y perviertan el derecho de todos los hijos afligidos. Dad la cerveza al desfallecido, Y el vino á los de amargo ánimo: Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no más se acuerden. Abre tu boca por el mudo, En el juicio de todos los hijos de muerte. Abre tu boca, juzga justicia, Y el derecho del pobre y del menesteroso. Mujer fuerte, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepuja largamente á la de piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, Y no tendrá necesidad de despojo. Darále ella bien y no mal, Todos los días de su vida. Buscó lana y lino, Y con voluntad labró de sus manos. Fué como navío de mercader: Trae su pan de lejos. Levantóse aun de noche, Y dió comida á su familia, Y ración á sus criadas. Consideró la heredad, y compróla; Y plantó viña del fruto de sus manos. Ciñó sus lomos de fortaleza, Y esforzó sus brazos. Gustó que era buena su granjería: Su candela no se apagó de noche. Aplicó sus manos al huso, Y sus manos tomaron la rueca. Alargó su mano al pobre, Y extendió sus manos al menesteroso. No tendrá temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles. Ella se hizo tapices; De lino fino y púrpura es su vestido. Conocido es su marido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra. Hizo telas, y vendió; Y dió cintas al mercader. Fortaleza y honor son su vestidura; Y en el día postrero reirá. Abrió su boca con sabiduría: Y la ley de clemencia está en su lengua. Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde. Levantáronse sus hijos, y llamáronla bienaventurada; Y su marido también la alabó. Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú las sobrepujaste á todas. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura: La mujer que teme á Jehová, ésa será alabada. Dadle el fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos. |