LA sabiduría edificó su casa, Labró sus siete columnas; Mató sus víctimas, templó su vino, Y puso su mesa. Envió sus criadas; Sobre lo más alto de la ciudad clamó: Cualquiera simple, venga acá. A los faltos de cordura dijo: Venid, comed mi pan, Y bebed del vino que yo he templado. Dejad las simplezas, y vivid; Y andad por el camino de la inteligencia. El que corrige al escarnecedor, afrenta se acarrea: El que reprende al impío, se atrae mancha. No reprendas al escarnecedor, porque no te aborrezca: Corrige al sabio, y te amará. Da al sabio, y será más sabio: Enseña al justo, y acrecerá su saber. El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; Y la ciencia de los santos es inteligencia. Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán. Si fueres sabio, para ti lo serás: Mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo. La mujer loca es alborotadora; Es simple é ignorante. Siéntase en una silla á la puerta de su casa, En lo alto de la ciudad, Para llamar á los que pasan por el camino, Que van por sus caminos derechos. Cualquiera simple, dice, venga acá. A los faltos de cordura dijo: Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es suave. Y no saben que allí están los muertos; Que sus convidados están en los profundos de la sepultura. |